Varios lustros han pasado dede que unos muchachos cuzaron las puertas del Marco Fidel Suárez cargando a sus espaldas unas mochilas repletas de ilusiones. Abandonaban sus paredes donde habían compartido la inocencia de la infancia para enfrentase en solitario a un futuro incierto que los convertiría en hombres de ciudad y de familia. Algunos se quedaron en el camino, intentándolo. Otros, echando la mirada hacia atrás, nos encontramos ahora para evocar con la palabra esos momentos de las primeras novias, de las primeras borracheras, de los cambios de un cuerpo que se nos quedaba pequeño, de las lecturas incansables, de los profesores que nos marcaron, de los examenes difíciles. Recuerdos todos que por buenos o por malos que sean crearon el cimiento de lo que somos, de lo que nos reune en torno a esta página, de una amistad que perdura a pesar de los años y de los silencios.
Corría 1957 cuando unos niños que pronto dejarían de serlo, dentro de los que me encontraba yo, pisaban las aulas de un nuevo mundo: El bachillerato. El profesor Julio Martínez, un gran dibujante de mapas, les daba la bienvenida al son de su voz cadenciosa y suave que los acompañaría hasta final de curso como un giroscopio que no deja que la embarcación se pierda en altamar. Y eso precisamente fue para mi aquel profesor de geografía que dejó su casaca de maestro y se convirtió con el paso del tiempo en un compañero de profesión cuando a bien tuvo el liceo de darme la oportunidad de ejercer como docente dentro de sus aulas, un consejero desinteresado que me enseñó que la docencia se debe sentir bien adentro como esos amores que duelen pero sin los cuales uno no puede vivir.
Varios fueron los profesores que recorrieron ese camino con nosotros, recuerdo a muchos: Jumasal “Juan Manuel Saldarriaga”, profesor de español; Don Jorge Carmona, profesor de Religión y su hermano Gonzalo Carmona, docente de contabilidad. En los primeros años quien impartía inglés era Don Jesús Jaramillo y matemáticas, Don Miguel Zuluaga. En el caso de Don Miguel pasó algo impactante sin duda para la mente de unos niños que creen que todo es justo y bueno. Un día hizo un examen en la que la mayoría sacó 5,0 y 3,0. Pero sin razón alguna, Don Miguel computó la parte entera de la nota con el primer decimal lo cual hizo que quien había aprobado perdiera y que quien había perdido, por ejemplo con un 2,5 ganara automáticamente, para su sorpresa, la previa. Esa injusticia a lo mejor hizo que su apellido se borrara para siempre de mi repaso personal de los acontecimientos de entonces como él borró de un plumazo la coma que sirve de umbral entre los números enteros y los décimales.
La lista sigue siendo interminable, Puñaleto, profesor de dibujo; Tobón H, profesor de matemáticas de tercero y cuarto de bachillerato; Don Bernardo Isaza, profesor de física al igual que Don Gustavo Giraldo, quien nos impartió dicha materia en quinto. Unos años más tarde, cuando empecé a trabajar en el Liceo como Jefe de los laboratorios tuve problemas ideológicos con Don Bernardo, que ya era el director de la institución, y como consecuencia de ello salí expulsado de la misma pero con la ventaja de llevar la razón por delante. Eso lo digo porque a pesar de los pleitos tenidos con Don Bernardo, le doy las gracias por su decisión equivocada de echarme del Liceo Concejo de Medellín, si no hubiera sido por ello no hubiera ingresado a las filas de la Universidad de Antioquia como profesor, que sin duda ha sido una de las experiencias más gratificantes que he vivido.
A Don Jairo Gómez, profesor de química, le debo el amor que siento por mi profesión y por el área del conocimiento a la que le dediqué gran parte de mi vida universitaria. Pero también engrosa la lista el profesor de francés, Guillermo Moreno, alias marranito, a quien no dejábamos de hacerle pilatunas sin que lograra a pesar de sus intentos dar con el responsable del maremagnum formado durante la clase. Y que decir de mis compañeros de entonces, Abel Valencia, José Gómez, Hernando Muñoz, Braulio Mejía, Juan B Vélez, Antonio Zuluaga, Germán Gallo, Himerio y Edgar Pérez, Luis Fernando VéleZ, Elkin Restrepo, Castor Rave, entre otros. A todos ellos los he visto en las tres reuniones de egresados que el colegio ha celebrado en todos estos años, pero que este blog sea la oportunidad de estrechar los lazos y unir los que las pasadas décadas se han encargado de borrar. Fueron días maravillosos, no quepa duda y está en nosotros no olvidarlos, por lo menos yo no estoy dispuesto a hacerlo.
HEMOS HECHO TRES REUNIONES DE EGRESADOS Y ESPERO QUE SEAN MAS PARA RECORDAR ESOS TIEMPOS MARAVILLOSOS.
Francisco Merino Torres (Pacho Merino)
viernes, 2 de octubre de 2009
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